"Te haré libre y eterna"

Escrito por Carlos Illán - Marian.G - 21 de septiembre de 2023 - JUEVES.

Escipión convence a todos de que, pese a su juventud, tiene un gran plan para acabar con la amenaza cartaginesa. Es la síntesis de la representación de unos renovados 'Comicios centuriados' cuya nueva versión conquista en la noche de su estreno.



'Comicios centuriados' es la obra teatral de mayor lucimiento para el papel de Escipión y su esposa, Emilia Paula, que tiene como principal inconveniente celebrarse siempre en un miércoles cargado de actos, lo que impide mayor presencia de público y más si, como anoche, hace un fresco viento. Esta vez su puesta en escena levantaba mucho interés, pues la historia se iba a ofrecer con otra escenografía y con otro guión, el cual ha escrito Alfonso Martínez, a la sazón, el director. El resultado es que gustó mucho. No entro en comparaciones con el formato anterior, es, simplemente, otra manera de contar un episodio de la historia en que se basa Carthagineses y Romanos. Por cierto, un acierto el simpático hilo conductor de Febo, el hijo de Júpiter, para que interpreta Alejandro, festero de los 'extraordinarii', pues hay que recordar que estas obras teatrales de fiestas son interpretadas por los propios festeros.



El punto de partida ya no es el viejo Escipión y sus recuerdos, sino el tiempo actual en que unos turistas visitan unas ruinas romanas, surgiendo la pregunta del "¿qué pasó?". Entonces, la escena se traslada al tercer siglo antes de Cristo, cuando el esclavo Mucio da a Publio Cornelio Escipión la noticia de que su padre y su tío, 'Los Escipiones', han caído en batalla en Hispania. "Perder a un padre es como estar en una habitación oscura", le expresa su esposa. "Confiaba en mí, pero nunca me lo dijo y lo necesito", comenta Escipión, sentenciando Emilia Paula que para encontrarse "primero hay que perderse". Acaba el diálogo y el joven militar queda en la soledad que le traerá "un cara a cara" consigo. "¡Dioses inmortales, venid en mi ayuda!", grita ante de caer en un profundo sueño en el que aparecen su padre y su tío ("¡Por Morfeo!"). El padre le aconseja que aprenda de sus errores, mientras que el tío le pide que amaine su arrogancia, pues las primeras palabras de Escipión eran de reproche. Reconoce su odio hacia Aníbal, pero su progenitor le responde que odiar es fácil, "pero no te deja ver lo que hay que hacer. Las decisiones que tomamos nos defines, ¿quiéres vivir con miedo?", le pregunta. "¡No!", es la respuesta. "Es la hora de cambiar el  mundo y si caes cien veces, te levantas en ciento una", concluye el padre antes de desaparecer y despertarse su hijo.



La siguiente escena fue para Emilia Paula. "No puedo dejar que mi marido cargue sólo con esa carga. Dime Minerva, ayúdame", dice, al igual que se refiere a que cuando nos encontramos una piedra en el camino la clave no está "en la piedra, sino en la persona", pero matizando que Publio "fue la piedra" de su vida y que el amor "lo puede todo". En su caso, su camino es "seguir "con pasión al hombre de mi vida, al hombre de Roma", proclama, resignándose, pues en el debate de elegir que Escipión lleve a cabo su plan o se quede en su hogar, perdió la lucha, "Roma tenía que vencer". Entonces se abre un paréntesis en el guión para que María Monserrat, en su rol de esposa, reivindique quien fue Emilia Paula y el papel de las féminas en la historia: "Las mujeres también lo hemos dado todo: espíritu, sacrificio, esfuerzo..., por Roma, por sus familias, por ellas. Roma son también sus madres, sus esposas y sus hijas, y por eso Roma siempre vencerá a sus enemigos".

"Roma necesitaba un milagro para controlar el Mediterráneo", cuenta Febo, quien introduce al espectador en una proyección grabada en exteriores y que ameniza el desarrollo de la obra al romper con la imagen fija del escenario. Está ubicada en el campamento romano, donde Piteas, estratega de Massalia, lleva ante Escipión a un pescador íbero que estuvo en Qart-Hadast, informando que cuando la marea baja, en la zona de la laguna se puede pasar con el agua por la cintura. Esta información será clave para el asalto de la ciudad cartaginesda de Iberia. El almirante Cayo Lelio pregunta: "¿Qué ocurre?". "Tengo todo lo necesario para atacar. Aníbal es una gota de agua y yo quiero el océanoo, pero necesito que confíes en mí". Cayo Lelio: "Escipión, envidio tu locura". Escipión: "Amigo, te prometo que vamos a libertar a Roma juntos".  


Escipión tiene un plan y cita a sus militares de confianza 'a la hora nona', que, según informó Febo, son las tres de la tarde. Las legiones comienzan sus movimientos por entre el público, lo que es novedad de esta nueva puesta en escena, pasando sus líderes al escenario central. "¡El miedo os atenaza!", les afirma el 'escipión'. "Más vale una gota de valentía que un océano de cobardía. Además, escuchar es de sabios y yo llevo mucho tiempo recabando información", les dice, además de dejar claro que todos tienen distintas razones para odiar a los cartagineses, "pero todos queremos lo mismo", debilitar a un Aníbal "quiere quiere la península Itálica". Publio rechaza cualquier opción de pacto ("una oveja no debe hablar de paz con un lobo") y también la posibilidad de atacar a Aníbal, busca otro camino, "quiero meterme en la boca del lobo, quiero la joya púnica del Mediterráneo", en alusión a Qart-Hadast, sin esa ciudad "no sabrán que hacer, pues se debilitarán sus recursos y perderán el apoyo de los pueblos íberos". Tiene el factor sorpresa, pues "nadie nos espera y los tres ejércitos púnicos en Hispania están a diez días de la ciudad. Os ofrezco un puenteo hacia nuestro destino". Es el planteamiento del joven militar. Los generales presente piensan que es "perfecto", en otra novedad de la representación, con voz en off acompañando a sus gestos. "¿Seguimos haciendo las cosas mal o vamos de la mano de Escipión?", es la nueva pregunta. "¡Victoria o muerte", es la respuesta definitiva.

Quedaba un detalle, como apunta Febo. Nunca el Senado había nombrado a un cónsul tan joven. El debate tiene lugar en el Campo de Marte. Escuchan a Escipión quien comienza recalcando el peligro ("Un chacal vestido de león y sin alma viene a Roma a quitarnos las nuestras") para después jurar que devolverá a Roma su dignidad, "vuestro sacrificio será mi promesa. ¡Afilad lanzas, preparar escudos y caballos... El dios Ares no pondrá a prueba. Cartagena, he oido tu llamada y las águilas romanas van a tu encuentro. ¡Te haré libre y eterna!". A nivel individual, si Escipión convenció en Roma, también lo ha hecho ahora con nosotros Javier Argudo con su interpretación como protagonista principal. Han pasado 55 minutos desde que comenzó la obra y los fuegos de artificios marcan su final, eso sí, dejando un gran sabor de boca.   



 

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