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“Yo soy Asdrúbal”

El ‘Potro de Cartago’ es el protagonista de la conquista pacífica de Mastia y en la fundación de Qart-Hadast, representación que ha estrenado con éxito guión y escenificación en una ágil puesta en escena de 45 minutos.



Asdrúbal Janto conquistó la ciudad de Mastia en el año 223 aC y la convirtió en Qart-Hadast, la ‘Cartago de Iberia’ del imperio cartaginés. Sobre esta base gira la primera representación cada año del Consejo Carthaginés, que en esta ocasión estrenaba guión y escenografía.

Tras la danza de las ‘ninfas’, la primera escena ofrece a la triple representación del alma de Mastia. “Me inquieta mi futuro y el del pueblo al que doy pan; nunca permitiré que Roma nos oprima”, expone. Después, la escena se centra en Asdrúbal, quien se ha hecho con el mando de las tropas púnicas tras la muerte de Amílcar Barca, quien desvela el sueño que había tenido con esta tierra, su mar y sus gentes. Ahora el foco se traslada al interior del recinto mastieno, donde su sufeta (¿rey Mucro?) y los nobles debaten sobre las intenciones de los cartagineses, que instantes después aparecen con su estratega a la cabeza: “Yo soy Asdrúbal”, asevera ante los mastienos. Los nativos ofrecen paz y amistad (“no somos soldados, este es un pueblo pacífico de comerciantes e industrial”), mientras que el general garantiza que no los esclavizará, “no temáis, no he venido a conquistar, sino a crear”. Se consuma el pacto que une a los dos pueblos, “tu ciudad ya es la mía, y juro por Baal que haré de esta ciudad un imperio (…) Y que la historia me juzgue”.



Más o menos, y de forma muy simplicada, es la sipnosis de la obra que se ha contemplado en el gran escenario, con nueva escenografía, bajo dirección de José Antonio Ortas, autor también del nuevo guión. Ha estado muy bien este nuevo enfoque para el tradicional relato festero de época, pues ha sido ágil en diálogos y cambios de escena, además de aprovecharse mejor el gran espacio escénifico, enriquecido con un palmera colocada sobre el lugar y que complementaba perfectamente las naturales que se observan al fondo, que son fijas en la plaza portuaria. Recordemos que la palmera es un símbolo carthaginés. Con respecto a la trama anterior, se ha suprimido el funeral de Amílcar Barca. También nos ha gustado el movimiento del pueblo mastieno y la escena en la que protesta a sus gobernantes al no fiarse de la alianza con los púnicos. También la interpretación ha sido muy buena, destacando al debutante Ángel Celdrán Agüera, quien, como Asdrúbal, lleva el peso principal.

También hay un ‘pero’ desde nuestro parecer. Es como cuando uno circula por su ciudad, que no tiene problemas, pero si viene otra persona de otro lugar, percibe que no hay una buena señalización viaria. Decimos esto para referirnos que los que conocemos la historia o hemos visto representaciones anteriores, desde el primer momento seguimos su desarrollo, pero si se es nuevo, cuesta cogerlo. Por ejemplo, la escena del juramento de odio de Aníbal ante su padre, Amílcar Barca, algunos espectadores no sabían a quienes representaban. Quizás faltase una pequeña introducción en ‘voz en off’, como después ha sucedido para explicar lo que era Mastia. Esto se lo hemos comentado a José Antonio Ortas, el guionista, quien no comparte esa opinión y considera que el propio desarrollo de la obra va resolviendo esas dudas iniciales y dándole sentido a todo lo que se contempla. Cuestión de pareceres, como todo en este mundo, pero que no debe empañar una magnífica renovación del este episodio de la historia que comenzó haciendo grande a lo que hoy es Cartagena.


También reseñar, a nivel anecdótico, que la frase de 'Yo soy Asdrúbal' nos ha recordados a las míticas de películas de cine como 'Yo soy Batman' (el film de Tim Burton de 1989) y la de 'Yo soy tu padre' de Darth Vader a Luke Skywalker en 'El imperio contraataca', episodio V de 'La guerra de las galaxias'. Por último, indicar que más de dos mil personas han sido testigos de esta representación, entre las que estaban los ediles Paqui Martínez y Nacho Jáudenes, entre otros. 


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