Cuando Aníbal los enciende contra Roma
Con la presencia del dios 'Eolo' una noche más en el escenario, el estratega púnico llevó a cabo una gran quedada de sus tropas terrestres y marinas con los mercenarios para formar el ejército con el que marchó hacia 'el corazón' de su eterno enemigo, siendo novedades en la puesta en escena la ampliación de la escena de la devotio y la entrega del estratega a Magón Giscón de 'las llaves' de Qart-Hadast.
El último acto teatral del Consejo Carthaginés relata cómo se gestó la histórica marcha de Aníbal hacia Roma cruzando Los Pirineos y Los Alpes. La obra, dirigida por Jesús Fernández, mantiene su relato base, pero siempre se intenta añadir o variar alguna escena para mantener el interés de todo el público, incluido el que ya la haya visto más veces. En esta ocasión (s.e.u.o.), fue novedad la representación de la devotio final (más larga) y que Aníbal entregue la falcata que simboliza las llaves de Qart-Hadast a Magón Giscón, quien quedó como gobernardo cuando atacó Escipión aprovechando la escasez de defensores en la ciudad íbera. También fue un estreno Julio Guillamón en el papel de Aníbal, gran protagonista del relato. Factor no esperado fue el viento, que molestó y apagó algún pebetero, pero es que Eolo no se quiere ir este año del escenario de puerto.
La sipnosis es sencilla y dura una hora, aproximadamente. Aníbal (quien pasará del tormento a la euforia) recibe a la armada carthaginesa en Qart-Hadast, a quienes convence de acabar con "la tiranía de Roma atacando su cabeza". Después ampliará sus efectivos contratado mercenarios de tribus íberas. Ya es un gran ejército, pero... ¿cómo se sufragará su misión de forma económica? Entonces aparece el rey Mucro, suegro del general, para ofrecerse como mecenas y sugerir otras fuentes, como las minas de Qart-Hadast y los botines de guerra. Todos están convencidos, han sido "encendidos" por el gran barca, quien recalca que defenderán su libertad, "ni un paso atrás, no nos arrebatarán lo que es nuestro... ¡A Roma!, ¡muerte a Roma!".