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Los refugiados de Ucrania, del terror a la incertidumbre

Cartagena de Hoy tuvo ocasión de conocer en El Albujón a un grupo de ucranianos que han llegado a nuestra tierra y que se alojan en viviendas de la comunidad ucraniana de la comarca. Están muy agradecidos a la acogida que están teniendo (“ya me he enamorado de este lugar”, indica una mujer), pero todos desean volver a casa y trabajar mientras esten aquí, siendo una incógnita lo que les espera en el futuro inmediato. Han pasado miedo con las bombas y creen que la guerra durará varios meses, confiando en que se gane “por el bien de Ucrania, de Europa y de la libertad”, proclaman.



‘El Albujón por Ucrania’ fue la iniciativa solidaria organizada por los albujoneros el pasado domingo con un estupendo balance de 14 palés de productos humanitarios recogidos para enviar al país que sufre la invasión rusa. Como testigos de este ejemplo de solidaridad, y apoyando la iniciativa, se encontraban integrantes de la comunidad ucraniana en Cartagena y un grupo de nueve personas que han llegado hace escasos días como refugiados.

María, Igor, Alona, Natalia y Maxim fueron las personas que atendieron las preguntas de Cartagena de Hoy. Lo primero que muestran es su total gratitud a la solidaridad de un pueblo cartagenero que se está volcando en ayudarlos, destacando la colaboración que están recibiendo por parte del Ayuntamiento de Cartagena, por Cruz Roja, por el convoy de COEC que ha salido hacia Polonia (lleva material humanitario y pretende regresar con varias decenas de refugiados) y por numerosas asociaciones, empresas y particulares, poniendo como ejemplo lo que estaban viviendo en esos momentos: “Lo que se está haciendo en El Albujón es fenomenal”, expresaba un portavoz de la comunidad ucraniana, que cuenta con más de ochocientas personas en el municipio, según nos informaron.



A continuación nos adentramos en la situación que están viviendo (o sufriendo) con el relato de algunas situaciones que se están dando en la masiva salida de mujeres y niños de Ucrania, calculándose, a fecha de hoy, que la cifra está muy próxima de llegar a los tres millones. “A Cartagena ya han empezado a llegar compatriotas, pero se espera mucha más gente”, apuntan, indicando que, en principio, se están alojando en domicilios de la comunidad ucraniana. “Muchos llegan sin nada”, remarcan.  

Han pasado “mucho miedo por las bombas”, nos cuentan sobre el tiempo que estuvieron en Ucrania, para después salir “con lo puesto” o “sin nada”, según cada caso. Hay personas que han visto sentados sobre una maleta en la que iba todo lo que han podido coger de casa. Todos han abandonado su tierra “con la idea y el deseo de volver a casa, aunque algunos ya se han quedado sin sus viviendas debido a las bombas”.

Las tres mujeres adultas y seis niños de refugiados que estaban en El Albujón proceden de la ciudad de Polonne. Estuvieron una semana en territorio polaco, a donde llegaron “con el dolor de tener que dejar a los hombres en la guerra”, indicando que en estos casos se han quedado para combatir padres, esposos (uno de ellos trabaja como SBU militar) y un hijo de 18 años de edad. “El sufrimiento es máximo”, indican quienes desean como nadie “que acabe la guerra”, apuntando Alona, una de las mujeres que participan en la conversación y que era la autora de la gran bandera que se ubicó en el escenario de El Albujón, que “hay que ganar por el bien de Ucrania, de Europa y de la libertad”, mientras que Ibor pronostica que cree que durará “tres o cuatro meses, al menos”.



Ahora están en tierra extraña, pero a la vez acogedora, como reflejan una de las refugiadas que llegó hace unos días, quien ya proclama que se ha “enamorado de Cartagena”. Sin embargo, sufren una incertidumbre total respecto a cuál será su futuro a corto y medio plazo. “No quieren depender de otros y están dispuestas a trabajar en lo que haga falta”, nos apunta María. Nos consta un caso, al margen de este grupo con el que estuvimos, de una chica que es abogada y que se está ofreciendo a varios despachos, pero que tiene el inconveniente del idioma. Es un ejemplo de que quieren ser autosuficientes el tiempo que estén aquí.

Mañana se cumplen las tres semanas desde que el 24F comenzó la invasión de los ejércitos de Puttin y la pesadilla para un pueblo que busca la paz.


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