Aleatoriedad: Qué es y cuál es su papel en el día a día de las personas
El hombre siempre se ha obsesionado por controlar los elementos. Predecir la lluvia, domar a los animales, fomentar la sanidad para evitar problemas de salud o controlar el flujo de agua de los ríos son algunos de los ejemplos del esfuerzo humano para reducir la incertidumbre y mejorar la calidad de vida.
Sin desmerecer estos avances, gracias a los cuales podemos estar aquí escribiendo estas líneas, hay que decir que todavía muchos elementos de la naturaleza escapan del control humano. Es decir, aunque nos esforcemos por canalizar lo impredecible y hacer gráficos o análisis de datos, siempre existirá la aleatoriedad, un concepto fascinante que desafía la comprensión científica.
El concepto de aleatoriedad en la ciencia
Lejos de ser un caos sin sentido, la aleatoriedad es un fenómeno que cuenta con una estructura matemática y estadística. Además ha sido muy importante en el avance de la ciencia, en distintas ramas científicas.
Por ejemplo en la física, más específicamente en la mecánica cuántica. Esta se basa en principios probabilísticos que han llevado al desarrollo de tecnologías revolucionarias como la criptografía cuántica. Los algoritmos basados en procesos aleatorios se usan para el aprendizaje automático y la optimización de problemas complejos, es decir, son un elemento fundamental de Inteligencia Artificial.
En matemáticas, la teoría de la probabilidad utiliza la aleatoriedad para modelar eventos inciertos, siendo fundamental en campos como la estadística y la investigación operativa.
Por último, en la biología, la aleatoriedad explica las mutaciones genéticas. Aunque la probabilidad de que un gen dominante le gane a uno recesivo es más alta, siempre existen excepciones a la regla. Los “caprichos” de la naturaleza no pueden explicarse sin este concepto.
La aleatoriedad en el juego es lo que lo hace divertido
¿Te imaginas entrar a los mejores slots online, poner crédito y que siempre salga el mismo resultado? Sería muy aburrido, incluso si ese resultado fuera una ganancia. Las tragamonedas, tanto en las versiones físicas como en las digitales, son un ejemplo perfecto de cómo la aleatoriedad tiene un uso aplicable.
En el corazón de cada máquina hay un motor generador de números aleatorios (RNG, por sus siglas en inglés), se trata de un algoritmo diseñado para producir secuencias de números impredecibles. Estos números resultantes son lo que marca quién gana y quién pierde.
En España, al igual que en muchos otros países, la industria del juego está estrictamente regulada. Los RNG utilizados en las tragaperras son certificados por terceras partes, laboratorios independientes que garantizan una igualdad de oportunidades para todos los jugadores.
En otras palabras, se certifica que la aleatoriedad sea 100% real y que cada jugada tenga la misma probabilidad de ganar, independientemente de los resultados anteriores.
Tecnología detrás de las tragaperras móviles
Anteriormente, las tragamonedas eran unos rodillos físicos que giraban mediante la acción mecánica de tirar una palanca. Es decir, el jugador activaba la palanca y ponía en funcionamiento tres mecanismos que arrojaban un resultado de acuerdo al lugar donde se detenía cada uno.
Algo parecido a una rueda de la fortuna, con la diferencia de que aquí serían tres o más rodillos. Hoy, evidentemente, esto no es así.
En las tragaperras de los bares, sus versiones online y sus versiones para teléfono móvil se produce el mismo tipo de azar, aquel generado digitalmente. El famoso RNG (Random Number Generator) es el algoritmo que se encarga de dar un número aleatorio que determinará la fortuna de cada jugador.
Las tragaperras móviles también remiten a este mecanismo aleatorio, centralizado a través del casino. En este sentido, no hay diferencias entre jugar en un casino físico, en uno online desde el ordenador o en la app del casino a través del móvil.
La aleatoriedad como forma de protección
La aleatoriedad no solamente se aplica a las mecánicas del juego y en los laboratorios científicos. Tiene una aplicación real y muy bien fundamentada en la protección de datos.
Así, las claves de cifrado más seguras se producen de forma completamente aleatoria. Como son impredecibles, hacen prácticamente imposible que un atacante pueda adivinarlas o calcularlas. Muchos protocolos criptográficos, como el intercambio de claves Diffie-Hellman, se basan en la generación de números aleatorios para establecer una comunicación segura.
¿Tiene sentido tratar de predecir el futuro?
Lo dicho. Desde los tiempos ancestrales, la humanidad ha intentado anticipar los eventos que la rodean, para tomar mejores decisiones y proyectar planes a futuro. Aunque la predicción no suele ser exacta, en ocasiones ni siquiera es certera, nos permite anticipar eventos y prepararnos en consecuencia.
Planificar, establecer metas y prevenir riesgos son algunas de las actividades vinculadas a la gestión de la aleatoriedad. Sin embargo, siempre es necesario tener en cuenta que este concepto, tan presente en múltiples escenarios de la naturaleza, siempre tiene la capacidad de sorprendernos.
Usar datos históricos, construir modelos y tener en cuenta la complejidad de los asuntos (o nuestros propios sesgos sobre ellos) son algunas de las cuestiones más básicas a la hora de hacer una predicción.
El futuro es incierto, sino no sería futuro. Sin embargo, tratar de conocer qué nos espera es, desde siempre, una de nuestras partes más humanas.