Las 'banderas negras' siguen ancladas en el Mar Menor, la Sierra Minera y Portmán
Ecologistas en Acción ha presentado su informe 2022, con el que saca a la luz los casos más significativos de contaminación y mala gestión ambiental de las costas del Estado español. Como cada año desde 2005, se han otorgado un total de 48 Banderas Negras, dos por provincia y/o ciudad autónoma. Por primera vez se otorga una a un caso de contaminación provocada por los filtros solares de las cremas de protección solar, siendo la elegida una playa de Málaga.
Un año más, tras un análisis de los aproximadamente 8.000 kilómetros de las costas del Estado español, Ecologistas en Acción ha presentado el informe Banderas Negras 2022. Se trata de un estudio que recopila las 48 banderas que la organización ecologista otorga a puntos concretos del litoral español, dos por provincia y dos por cada ciudad autónoma. De esta forma, se denuncia un caso de contaminación y otro de mala gestión ambiental en cada uno de estos lugares.
Este año se han recogido problemáticas muy similares a las de ediciones anteriores. El número de Banderas Negras otorgadas en función de su naturaleza, son los siguientes:
— Afecciones a la biodiversidad (5 banderas negras).
— Erosión de las costas (3).
— Acumulación de basuras marinas (3).
— Dragados y ampliaciones portuarias sin justificación (4).
— Afecciones a consecuencia del desarrollo de zonas industriales próximas a la costa (4).
— Urbanización de la costa, a veces incluso invadiendo el dominio público marítimo-terrestre (10).
— Vertidos, deficiencias en los sistemas de saneamiento y graves problemas de depuración (14).
— “Otras”, como acuicultura o contaminación química (4).
Cabe destacar que, por primera vez en la historia de este informe, que empezó a elaborarse en 2005, se ha otorgado una Bandera Negra al impacto de los filtros solares que llevan las cremas de protección solar y que constituyen un importante agente contaminante. En concreto, el informe recoge el ejemplo de Nerja (Málaga) donde la masificación turística se suma a las características concretas de las calas del Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo, con playas semiconfinadas, es decir, con poca hidrodinámica. Esta combinación supone que el impacto de los filtros solares constituyan un importante peligro para la biodiversidad protegida de este paraje natural. Las cremas solares pueden contener sustancias como los disruptores endocrinos, entre otras, que no solo afectan a la salud de los seres humanos si no también la de mares, ríos o lagos.
Ecologistas en Acción señala que, ante todos estos atentados ecológicos que crecen en número cada año, también aumentan los movimientos vecinales de rechazo que cada vez están más concienciados con la salud de los ecosistemas terrestres, costeros y marinos. Sin embargo, y a pesar de la presión y movilización popular de asociaciones, ONG y comunidades vecinales, las administraciones hacen oídos sordos y actúan tan lentamente que los cambios apenas son apreciables.
Por suerte, según afirma la organización ecologista, no siempre ocurre esto y existen algunos casos de mejoras que se han logrado gracias a la movilización ciudadana y a informes como el de Banderas Negras. Tres ejemplos de ello son la nueva depuradora de Barbate (Cádiz); el arreglo del emisario de Roquetas de Mar (Almería) y la ampliación de la depuradora para incluir el tratamiento terciario y aprovechar el agua regenerada; o las iniciativas políticas, administrativas y judiciales espoleadas por la presión social llevadas a cabo en el Mar Menor (Murcia).
Estos tres ejemplos se incluyeron en informes de Banderas Negras de años anteriores y sus problemáticas ya se han solucionado, al menos en los dos primeros casos. En el caso del Mar Menor, aunque se están observando algunas mejoras a consecuencia de la presión social, aún queda mucho por hacer. Por ese motivo, sigue recibiendo una Bandera Negra.
Ana Aldarias, portavoz de Ecologistas en Acción, ha declarado: “Celebramos y nos alegramos de estas mejoras, pero tenemos que hacer hincapié en que son actuaciones que entran dentro de los deberes, competencias y obligaciones de las administraciones, y que todavía queda mucho por hacer”.
Cristóbal López Pazo, también portavoz de la organización ecologista, ha añadido: “El informe Banderas Negras 2022 es una herramienta para visibilizar casos flagrantes de contaminación y mala gestión ambiental de nuestras costas. Todas las administraciones tienen que tomar conciencia de estos problemas y actuar de manera inmediata para mejorar la salud de nuestros ecosistemas, de nuestras economías y de las propias personas”.
BANDERAS NEGRAS EN LA REGIÓN DE MURCIA
En el caso concreto de la Región de Murcia, cabe destacar que los casos de Bandera Negra por “Mala Gestión” y Bandera negra por “Contaminación”, siguen recayendo un año más en el Mar Menor y la Bahía de Portmán y Sierra Minera, respectivamente.
El caso del Mar Menor, la mala gestión del territorio, la falta de regulación de los sectores económicos, en especial de la agroindustria y la ganadería intensiva, están llevando al ecosistema al límite de su capacidad de resistencia. De hecho, ya en 2021 el Instituto Español de Oceanografía (IEO) reconocía en un informe que el ecosistema de la laguna había “perdido su capacidad de autorregulación”, por lo que cualquier impacto como la entrada excesiva de nutrientes genera graves consecuencias en el mismo. Sin embargo, en el mismo informe se transmitía que todavía cabe la posibilidad de recuperar buena parte del Mar Menor, siempre que se adopten las soluciones realmente necesarias y eficaces con urgencia. De momento, aunque se han producido algunos movimientos esperanzadores, la realidad es que queda casi todo por hacer en cuanto a reducir la contaminación en origen y en medidas que eviten que ésta avance hacia el Mar Menor, y este año la amenaza de nueva sopa verde y mortandad de animales por anoxias es reconocida por todas las administraciones y los expertos científicos.
Tampoco hay que olvidar algo que es cada vez más evidente y que se está empezando a reconocer públicamente: a las consecuencias ambientales en el Mar Menor se le suman las consecuencias económicas y sociales, que ya empiezan a cuantificarse en pérdidas millonarias, tanto en el sector inmobiliario, como en el turístico y pesquero.
Por su parte, el caso de Portmán y Sierra Minera suponen el reflejo de un fracaso institucional y social absoluto. Tras décadas de permitir una contaminación del medio ambiente por una actividad minera destructiva, la Sierra Minera es hoy una “tierra quemada”, donde una empresa privada obtuvo beneficio por la explotación de los recursos naturales, obtenidos con la destrucción del paisaje y generando toneladas de residuos tóxicos que se acumulan en balsas sin el adecuado aislamiento, inertización y sellado, y que colmataron una bahía casi al completo, dejando a las poblaciones locales un futuro muy negro: sin paisaje y con una enorme deuda en forma de residuos tóxicos.
Tras la finalización de la actividad minera en los años 90, la administración permitió que la empresa se fuera prácticamente sin asumir ningún coste, y los actuales propietarios tampoco han sido obligados a evitar la expansión de la contaminación de los acúmulos de residuos. Desde entonces, han pasado más de dos décadas en las que se ha demandado constantemente una solución, un futuro para las poblaciones afectadas, que a pesar de algunos avances, hoy sigue sin producirse.
El Gobierno Regional sigue sin aprobar y ejecutar su Plan de Recuperación Ambiental de Suelos Afectados por la Minería (PRASAM), y la ejecución del proyecto de recuperación parcial de la Bahía de Portmán, nacido con el mayor consenso social e institucional en 2011, sigue paralizada por el enésimo problema de licitación y su reinicio está a la espera de un nuevo proyecto que corrija algunos problemas técnicos.
La realidad es que, a pesar de algunos avances absolutamente insuficientes, seguimos teniendo toneladas de residuos tóxicos, cuyo contenido de metales pesados afecta no solo al medio ambiente (Mar Menor, ramblas y suelos de la Sierra Minera y zonas anexas, Bahía de Portmán y costa mediterránea) sino que afecta a la salud de las poblaciones locales, que tienen niveles inaceptables de metales pesados debido a esta exposición, y contemplan con desesperación cómo las administraciones públicas minimizan el problema y se eterniza la espera en la aplicación de las soluciones prometidas, que parecen no llegar nunca.
Por todo ello, estas dos banderas negras vuelven a repetir, un año más, en la Región de Murcia, como los casos más graves de mala gestión y contaminación del entorno litoral, pero desde la organización destacan que en el resto de la costa regional existen muchos otros impactos y situaciones indeseables, que también merecen ser denunciadas y exigir soluciones eficaces.
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