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Más casos de vandalismo

Bernardo Sánchez, presidente de la asociación Memoria Histórica de Cartagena, denuncia que esta semana han sido arrancados dos adoquines en el inicio de la Alameda de San Antón al lado de la Plaza de España, que recordaban a un personaje que en los años 20 del siglo pasado dio nombre a aquélla, a propuesta del historiador y pedagogo Puig Campillo. El personaje era Fernando Garrido.



En esta placa faltaría decir que era un pensador y que introdujo en España el Cooperativismo. Se podrían decir muchas más cosas, como que era un seguidor de las teorías del socialismo utópico de Fourier, que trabajó y abrió varios periódicos. Muchas más cosas que, evidentemente no pueden ser recogidas en una placa de dimensiones reducidas y cuyo contenido no puede ser muy extenso si realmente se quiere que su función divulgativa sea eficaz.

Pero ¿a quién molesta esto? ¿a quién puede ofender un luchador del siglo XIX, en condiciones realmente peligrosas para su integridad física, que defendía la libertad de pensamiento y de crítica en una sociedad cuyo poder absolutista era el dominante? ¿a quién puede molestar, incluso no pensando lo mismo, que alguien defienda la democracia desde posiciones republicanas federales, que son las formas más puras de defenderla, aunque no sea republicano? Sólo la ignorancia, la irracionalidad y el sectarismo puede ser capaz de esto. Y sólo hay una respuesta ante esto: más cultura, más educación, más conocimiento de nuestra historia, menos banalizar a la ultraderecha, no dar cobertura a los nostálgicos del Franquismo porque éstos, además, lo confunden todo.


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