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Alumnos del Narval le montan y ofrecen hogares a las aves del Polígono Santa Ana

Un centenar de estudiantes de los sextos de primaria del centro docente han llevado a cabo la iniciativa de instalar casetas y comederos para los pájaros en el ‘Parque de los exploradores’, dentro de un proyecto de Ciencias Naturales que tiene como objetivo repoblar la zona de aves comunes, cuya población se está reduciendo por la acción de la ‘cotorra argentina’.


Mercedes Sánchez, Marta Nieto y May Sánchez, las inquietas y creativas tutoras de las clases A, B y C del sexto curso de primaria del Colegio Narval han puesto en marcha , dentro de la asignatura de conocimiento aplicado y de ciencias naturales, un interesante proyecto medioambiental, el cual consiste en convertir el ‘Parque de los exploradores’, el gran pulmón del Polígono de Santa Ana, en una zona segura para el anidamiento de aves, a la vez que se pretende que todo el vecindario coja plena conciencia de la importancia y el respeto por estas aves.



Cartagena de Hoy tuvo la ocasión de visitar a este grupo de unos setenta y cinco alumnos cuando estaban llevando a cabo, con la colaboración de padres de estudiantes (para evitar que los chavales corran riesgos físicos), la instalación de las casas y comederos con los que se pretende fomentar la cría de aves tradicionales, como gorrión o estorninos, cuya población se está viendo reducida en todo el municipio por la presencia de la invasora ‘cotorra argentina’, una especie depredadora y de reproducción rápida. ¿Y cómo se va a evitar que esos puestos los utilicen las razas comunes y no la invasora?, preguntamos. “Las casetas, que se han hecho de forma manual en clase por parte de los alumnos, se han construido con un diámetro para el hueco de entrada que no permite entrar a la cotorra argentina. El objetivo es que los comederos y casas sirvan de reclamo para que las aves comunes sienta este lugar seguro para vivir”, nos explica Mercedes Sánchez, quien también agradece a la concejalía de Educación del Ayuntamiento de Cartagena que haya colaborado para hacerlo posible mediante subvenciones que han financiado el coste de los materiales utilizados.


Casas y comederos no se instalan al azar. Deben estar ubicadas a unos dos metros y medio de altura y en lugar que no sean de paso de viandantes o ruidosos, como explicó un biólogo a los alumnos en el aula. Esta misión en la naturaleza no acaba ahí, en absoluto, pues los alumnos del Narval se han confeccionado en sus tabletas electrónicas unos cuadernos de campo que les permitirá llevar a cabo un control y fijar su mantenimiento rellenando comederos, por ejemplo.

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