'Postureo de protección de datos'
"¿Cuántas veces escuchamos que esto o lo otro no puede ser por la ‘Ley de protección de datos’? Muchas, pero luego resulta que ‘cada dos por tres’ recibimos llamadas de compañías (eléctricas, telefónicas, de gas…) con ofertas. Conocen nuestro número de teléfono y su relación con nuestro nombre completo. Si existe tanta protección de datos, ¿cómo se enteran? Todo es apariencia, además de que la protección de datos sólo vale para que los delincuentes reincidentes sigan anónimos entre la sociedad de bien.
Pongamos ejemplos concretos. Si soy un comerciante o tengo un taller, resulta que me pueden denunciar si dentro de ‘mis dominios’ pongo la lista de personas que me deben mucho (pero mucho) dinero. En España defender al que daña a los españolitos de bien sigue siendo preferencial.
Si quiero saber si mi vecinos es un acosador (porque tengo sospechas) o si la pareja de mi hija tiene más de una condena por malos tratos hacia la mujer (porque me ha hecho sospechar), resulta que no me puede enterar. En España defender al que daña a los españolitos de bien sigue siendo preferencial.
Si este periódico quiere publicar abiertamente nombre y rostro de quienes son condenados y recondenados, las denuncias nos llueven. En España defender al que daña a los españolitos de bien sigue siendo preferencial.
Lo mismo sucede con ‘super-morosos’ de las comunidades de propietarios. ¿Es que no tiene valor poner en alerta a otros? Si sé que ‘fulanico’ debe mucho dinero al tendero de la esquina, es muy posible que yo no dé margen para que conmigo haga lo mismo. Y si se trata de personas violentas, ¿no será bueno saberlo para guardar las distancias?
Remarco, hablo de condenados habituales, no de denunciados o penas aisladas (un error lo tiene cualquiera). La Ley la estableció la sociedad de bien para salvaguardarse de los que se saltaban las normas de buena convivencia. No está de más recordar ese origen en un mundo actual de tanto tecnicismo y de tanto ‘cogerla con papel de fumar para explicar lo inexplicable’... desde la perspectiva del sentido común.
Pues bien, los ‘malos’ son anónimos y luego mi número de teléfono particular (lo he dado a muy pocos) ‘lo sabe hasta El Tato’. ¿Dónde está la protección de datos? ¿No debería algún defensor de la ley actuar? Vamos, digo yo desde mi simpleza.
Pero lo mismo resulta que estoy equivocado, que los que llaman desde las compañías lo hacen al azar con nombres al azar porque nadie les facilita esos datos. Al final va a resultar que todo está ‘ferpecto’.
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